1775 DESEMBARCO DE ARGEL

Tras el triunfo que supuso romper el asedio marroquí de Melilla en 1774, el gobierno de Carlos III decidió enviar una expedición anfibia a la costa norteafricana con la intención de demostrar al sultán Mohammed III que España no vacilaría en su determinación de conservar sus plazas fuertes.

El objetivo español era ocupar Argel, un puerto berberisco de importancia clave, centro de piratería en la zona y supuestamente el sultán marroquí había atacado las posesiones españolas de la región en nombre de la ciudad, además de en el suyo propio. ​El gobierno de Carlos III, influido por algunos eclesiásticos, se sintió ahora con fuerzas para terminar de raíz con el problema argelino, mediante la ocupación de su capital en una operación anfibia, a la que destinó grandes recursos.

El apremio por comenzar de inmediato el asalto, decidido en febrero de 1775, hizo que las autoridades recuperasen dos planes de campaña redactados en 1754. ​ La invasión fue puesta bajo el mando de Alejandro O’Reilly,

Alejandro O’Reilly

con Pedro González de Castejón al mando de las fuerzas navales, y juntos organizaron las fuerzas combinadas durante la primavera.

Pedro González de Castejón

En el caso de una operación anfibia como la expedición de Argel, a las habilidades propias de la maniobra y la náutica en aguas restringidas se requiere un método operativo, que emplea la fuerza naval para permitir las operaciones militares en la costa enemiga. Obliga a sus diseñadores a elaborar un plan mucho más cuidadoso y detallado de la acción, llevar a cabo una sincronización y orquestación de grandes recursos navales y militares en tiempo y lugar. Es un reto de mayor complejidad que otras acciones navales. 

Se requería:

  • El dominio (transitorio o definitivo) del mar circundante al teatro de operaciones terrestres.
  • Una buena organización y método para poder arriar los botes al mar, concentrarlos y llevar a los hombres en divisiones a tierra.
  • Una inteligencia naval y militar precisa para seleccionar las áreas convenientes de desembarco. El espacio elegido debía de ser suficiente para el despliegue de tropas y equipos.
  • La fuerza naval tenía que apoyar, mediante su fuego, a la consolidación de la cabeza de puente en la costa enemiga. En este contexto arriesgado, había que alcanzar el objetivo (Argel) en el menor tiempo posible y con las mínimas pérdidas humanas y materiales.
  • Debía existir la capacidad y la organización necesarias para evacuar tropas y equipos desde la costa, en caso de necesidad.

Algunos de estos factores incidieron en el fracaso de la expedición de Argel

La flota se concentró en Cartagena antes de partir para su destino: los barcos con tropa y material de Barcelona y Cádiz y la escolta naval de Ferrol.​

La invasión la componían 17.486 soldados de infantería, 918 de caballería, 789 de artillería y 16 oficiales de ingenieros, 200 carpinteros. La artillería sumaba 142 cañones, 26 morteros y 6 pedreros. La escuadra la formaban 6 navíos de línea, 12 fragatas, 9 jabeques, 4 urcas, 2 paquebotes, 4 bombardas, 7 galeotas y alrededor de 350 transportes.​ A ellos se unieron dos fragatas suministradas por el gran duque de Toscana, al mando del marino inglés John Acton y otra más de los caballeros de la Orden de Malta.

John Acton

Las tropas partieron de Cartagena hacia la bahía de Argel el 27 de junio, tras cierto retraso debido al mal tiempo, y arribaron el día 30. ​ La flota se hallaba en desorden, lo que retrasó las tareas de desembarco. Los mandos además cambiaron varias veces de opinión sobre el mejor lugar para hacerlo.  La lentitud en embarcar a los soldados en las barcazas que debían llevarlos a tierra motivó que la operación se retrasase varios días. Por fin comenzó el 8 de julio, pero las unidades que lo hicieron no eran las previstas, sino una mezcla de tropas que alcanzaron las playas con cierta confusión.

Flota en la jornada de Argel

La operación dio comienzo a las cuatro y media de la mañana. Los oficiales y guardiamarinas encargados de dirigir las siete columnas aproaron sus lanchas y botes hacia el centro de la zona de desembarco, lo que generó apelotonamiento, confusión, alaridos y riñas entre las columnas, por miedo a un abordaje. Solo había dos lanchones de fondo plano que hubiesen facilitado el desembarco de la artillería. Pese a los problemas descritos, el entonces teniente de navío José de Mazarredo consiguió poner en tierra a la primera oleada (más de 8.000 hombres) en sólo seis minutos; y la segunda oleada, con el resto de la tropa y los cañones, en menos de hora y media.

José de Mazarredo

A las siete de la mañana el desembarco había finalizado

Antonio Barceló protegía las barcazas de desembarco aproximando las naves de guerra lo suficiente como para no encallar en las poco profundas aguas de la bahía y poder hacer uso de la artillería a bordo. A pesar de las estrictas instrucciones que O’Reilly dio a sus hombres, los invasores escogieron erróneamente la zona de desembarco y descargaron la artillería pesada frente a las dunas de la playa, haciéndola totalmente inutilizable para el combate.

Antonio Barceló

Ya en tierra, los españoles toparon con poca resistencia por parte de los argelinos, que efectuaron una retirada fingida. La flota y las unidades que habían desembarcado rechazaron los dos primeros ataques argelinos a las líneas españolas.​ La segunda oleada de desembarco alcanzó la playa con el mismo desorden de la primera, cuando esta ya sufría el intenso hostigamiento del enemigo, oculto en un bosque cercano.​

A las tres de la tarde, los españoles habían sufrido seiscientos muertos y mil ochocientos heridos; para entonces habían desembarcado entre doce y dieciséis mil soldados, que no habían logrado salir de las playas y se encontraban todavía a ocho kilómetros de distancia de la ciudad objetivo de la invasión.​ Las bajas eran excesivas y los atacantes aún tenían que superar tres campamentos enemigos antes de alcanzar Argel. ​ A las cuatro de la tarde, en un consejo de guerra de todos los mandos, se optó por la retirada.​ El reembarco comenzó al anochecer.​

Para entonces los españoles ya se habían dado cuenta de su desacertada posición y de la trampa tendida por los argelinos: estaban rodeados y era demasiado tarde para reaccionar.​ Incapaces de mantener una línea de resistencia, las fuerzas españolas se desbandaron, regresando a sus barcos de forma caótica.​ Aun así, muchos españoles fueron tomados prisioneros mientras intentaban volver a sus naves. El grueso de los barcos de guerra permaneció pasivo en los combates, en los que únicamente participaron las fragatas toscanas y los jabeques de Antonio Barceló.

O’Reilly ordenó el inmediato regreso a España de la flota, descartando el plan alternativo de bombardear la ciudad desde el mar, para el que no contaba con las fuerzas adecuadas, ordenando a la flota retirarse a Alicante.​

Este desembarco frustrado fue el mayor desastre militar del reinado de Carlos III. Antonio Barceló mandaba las fuerzas ligeras de jabeques, en una arriesgada maniobra, se acerca a la playa con sus unidades de poco calado y da cobertura a las tropas en su reembarque, lo que salva del total desastre a los infantes, que aun así sufrieron cerca de 5.000 bajas entre muertos y heridos.

Barceló ascendería, por méritos de campaña, a Brigadier, mientras que O’Reilly sería desterrado.

FLOTA ESPAÑOLA:

NAVÍOS: 
Velasco (1764)

Construido en Cartagena.Eslora 50,29 m, manga 13,75 m y calado 6,32 m. Desplazamiento 1.683 toneladas. 568 tripulantes.

Armado con 70 cañones: 28 cañones de 24 libras, 30 cañones de 18 libras, 8 cañones de 8 libras, 2 cañones de 2 libras y 2 pedreros.

San Genaro, gemelo del Velasco


San Francisco de Paula (1769)

Construido en La Habana, sistema de construcción Jorge Juan.

Armado con 70 cañones.


Oriente (1753)

Construido en Ferrol, serie de los 12 apóstoles. Eslora 67,24 m, manga 18,90 m y calado 7,55 m. Desplazamiento 1.692 toneladas. 554 tripulantes.

Armado con 68 cañones: 28 cañones de 24 libras, 30 cañones de 18 libras, 10 cañones de 8 libras.


San Rafael (1771) 

Construido en La Habana. Eslora 50,29 m, manga 13,75 m y calado 6,32 m. Desplazamiento 1.683 toneladas. 456 tripulantes y 114 infantes de marina.

Armado con 70 cañones: 28 cañones de 24 libras, 30 cañones de 18 libras, 8 cañones de 8 libras, 2 cañones de 2 libras y 2 pedreros.


San José (1769) 

Construido en La Habana, sistema de construcción Jorge Juan.

Armado con 70 cañones


Diligente (1756)

Construido en Ferrol, sistema de construcción Jorge Juan. Eslora 53,38 m, manga 15,21 m y puntal 6,26 m. Desplazamiento 1.952 toneladas Burthem. 450 tripulantes y 118 infantes de marina.

Armado con 68 cañones: 28 cañones de 24 libras, 30 cañones de 18 libras, 10 cañones de 8 libras.


FRAGATAS:

Nuestra Señora del Carmen 
Liebre 
Esmeralda 

Fragata clase Mahonesa: Esmeralda

Palas 
Santa Margarita 

Boceto de la Santa Margarita capturada por los ingleses en 1779

Santa Dorotea 
Santa María 
Santa Lucía 
Santa Clara 
Santa Teresa 
Santa Rosa 
Santa Bárbara
 

Todas de 26 cañones 

 Más, 9 jabeques de 32 cañones (al mando de Antonio Barceló), 4 urcas de 40 cañones, 2 paquebotes de 14 cañones, 4 bombardas de 8 cañones, 7 galeotas de 4 cañones y 6 lanchas cañoneras. En total 2.525 marineros y 1.364 cañones.

Bibliografía consultada:

  1. Historia Marítima Española. Francisco Javier Oubiña Oubiña.
  2. Revista General de la Marina
  3. Enciclopedia General del Mar.
  4. Wikipedia. https://es.wikipedia.org.
  5. http://armada.mde.es/ArmadaPortal/page/Portal/ArmadaEspannola/conocenos_historia.
  6. Diversos foros como:
  7. foro.todoavante.es
  8. http://www.todoababor.es
  9. https://foronaval.com
  10. https://www.armas.es/foros/historia-militar

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