1342-1344 CONQUISTA DE ALGECIRAS

Desde Jerez el Rey organiza todos los preparativos para el sitio de Algeciras. Envió mensaje a Bocanegra y Moncada para que establecieran el cerco marítimo de la ciudad y procuraran capturar algún musulmán para estar informados de la situación en ella. Él personalmente se embarcó en Sanlúcar en un leño para llegar a Sevilla y encargar el acopio de suministros que habrían de ser llevados por mar hasta el Real del asedio una vez establecido. Encargó a los Almirantes de ambas flotas que dispusieran éstas de tal manera que se mantuvieran siempre en contacto con la hueste en tierra, para prestarse ayuda mutua en caso necesario.

Alfonso XI

En septiembre recibió Alfonso XI una carta del rey Pedro IV de Aragón en la que le comunicaba que ante la rebelión de su vasallo el Rey de Mallorca, precisaba los servicios de la flota que tenía en el Estrecho a cargo de Pedro de Moncada, por lo cual le rogaba que se la enviara, aunque en noviembre llegaron al sitio de Algeciras diez galeras enviadas por el rey Pedro de Aragón comandadas por el vicealmirante valenciano Mateo Mercader, en sustitución de la flota de Moncada que había partido un par de meses antes. Además Portugal envió a Carlos Rezomo con diez galeras, tal como había solicitado Alfonso XI, pero tan sólo estuvieron en el bloqueo de Algeciras tres semanas, transcurridas las cuales se marcharon.

En las postrimerías de ese lluvioso invierno, en febrero, Alfonso XI tuvo noticias de la gran flota que Abu l-Hasan armaba en Ceuta, aprestándola para realizar un desembarco en Almería, alejado de las rutas que vigilaban las naves cristianas. Tal concentración de barcos llevó nuevamente a su ánimo la preocupación económica por el mantenimiento de su flota, y una vez más solicitó a sus tesoreros que le hicieran un informe de su situación financiera.

Tras ocho meses de asedio, en la primavera de 1343 Algeciras aún resistía, en parte debido a que el bloqueo naval no era todo lo efectivo que el Rey deseaba, ya que, sobre todo al anochecer, pequeñas embarcaciones musulmanas pasaban inadvertidamente entre las naves cristianas, abasteciendo así a los defensores de la plaza. La flota cristiana estaba integrada por un centenar de barcos de guerra, a los que se sumaban los auxiliares de transporte y vigilancia, y por eso el enojo del Rey, que apremió a sus jefes para que estrecharan el bloqueo.

En septiembre de 1343 una formación de diez galeras castellanas encargadas de la vigilancia de las costas africanas alertó de que la gran flota meriní se hacía a la mar desde Ceuta. Destacando una nave para hacérselo saber al Rey, las restantes galeras iniciaron la persecución del enemigo, que se refugió en la desembocadura del río Tiguisas en África ante la presencia de los barcos castellanos. Mientras, el Rey había enviado otras diez galeras de refuerzo, que encontraron a la que retornaba con las noticias, de modo que finalmente se encontraron las diecinueve naves cristianas a la expectativa del rumbo que tomara la flota musulmana. Esa noche se desató una fuerte tempestad, y las naves musulmanas, que se habían acercado demasiado a la abrupta costa, comenzaron a naufragar. La flota entera decidió abandonar ese lugar ante el peligro que corría por la galerna, y aunque se habían perdido veinte galeras, era aún tan numerosa que la escuadra cristiana no se atrevió a atacarla, limitándose a seguirla. El Rey reunió al almirante Bocanegra, a los vicealmirantes aragoneses y a los cómitres de su flota y  se decidió que el grueso de la misma se dirigiera contra la flota musulmana. Cuando llegaron a la altura de Tiguisas solamente encontraron los restos del desastre que había provocado la tempestad, pero no había rastro de la formación cristiana ni de la gran flota enemiga. La flota castellana se dirigió después a Vélez de la Gomera, donde finalmente contactaron con las diecinueve galeras castellanas y tuvieron a la vista la flota enemiga. Pero, cuando quisieron entablar combate, se desató una tempestad que dispersó los barcos, no quedando más remedio que retornar a Algeciras, aunque algunas naves tuvieron que navegar hasta Cartagena y Valencia.

La dispersión obligada de las flotas castellana y aragonesa permitió que la poderosa escuadra de Abu l-Hasan, formada por más de sesenta galeras, consiguiera cruzar el Estrecho prácticamente sin oposición, desembarcando las tropas en Estepona el 3 de octubre y abasteciendo a Algeciras.

Pareciendo cercana la batalla, dispuso el Rey que se reforzaran las galeras con los mejores soldados, pues entendió que la clave del triunfo podía estar en lo que fueran capaces de hacer las galeras de su flota frente a la ciudad sitiada, ya que era más probable que se produjera un intento de forzar el bloqueo naval que el terrestre por parte del ejército de Abu l-Hasan. La batalla por Algeciras se desarrolla de forma difusa, comienza en noviembre con algunas escaramuzas del ejército musulmán frente al Real cristiano, en el río Palmones, donde las posiciones de Alfonso XI estaban sólidamente asentadas. Ante la inoperatividad de sus intentos de ataque, los musulmanes se muestran indecisos.

Galera castellana siglo XIII – XIV

Alfonso XI decidió entonces organizar un ataque contra la flota enemiga, porque si lograba librarse de la amenaza que representaban las galeras musulmanas, podría contar con las tripulaciones de sus barcos para ayudar en la lucha en tierra. Reunido con su almirante Bocanegra, los vicealmirantes de Aragón, los cómitres y los maestres de las galeras, planeó dirigir el ataque contra la flota musulmana fondeada en Gibraltar, lanzando sobre ella grandes barcas cargadas con madera seca para incendiarlas y que penetraran en las filas enemigas a modo de brulotes. El propio Rey se embarcó en una galera y con viento favorable se dirigió la flota cristiana al completo a Gibraltar. Sin embargo, la sorpresa no estuvo de su parte, porque las tripulaciones de las galeras musulmanas, avisadas del ataque, resguardaron sus naves lo más cerca posible de tierra para dificultar las maniobras de los cristianos, que no se atrevieron a aproximarse por miedo a encallar. Al mismo tiempo tapaban las cubiertas de las galeras con mantas de lana empapadas y establecían un perímetro de seguridad formado por barcazas con marineros provistos de largas lanzas para impedir que las barcas incendiadas alcanzaran sus naves. Tras un largo día el ataque se reveló infructuoso, y el Rey decidió regresar a tierra.

Recreación de un leño

En diciembre, las tropas musulmanas, reforzadas con treinta galeras, seguían indecisas en el entorno del Palmones. Alfonso XI tuvo que contener los deseos de su Almirante de entablar combate con ellas, pero ante la certeza de que el enemigo no atacaría abiertamente consintió en enviar su flota contra las galeras musulmanas.

Aunque Bocanegra se esforzó en alcanzarlas, la navegación extremadamente cercana a la costa dificultaba la maniobra, y finalmente los barcos enemigos lograron llegar a Gibraltar buscando la seguridad del resto de su flota.

Asfixiados por el férreo bloqueo naval que impedía la entrada de suministros a la ciudad, los musulmanes, desesperados, atacaron a la flota que fondeaba en sus aguas desde dentro y desde fuera de Algeciras. Estos acontecimientos producidos el 12 de diciembre fueron el detonante de la batalla, pues el estruendo que producían los artilugios empleados para lanzar proyectiles alertó a los musulmanes asentados en las inmediaciones de Gibraltar. Creyendo que se estaba produciendo un ataque cristiano contra Algeciras por mar y por tierra, el ejército musulmán atacó a las fuerzas cristianas en el Palmones. Tras un día entero de combates, al anochecer las huestes de Alfonso XI habían obtenido, por fin, la victoria que le abriría las puertas de Algeciras.

Combates de Algeciras

En enero de 1344, a pesar de la victoria cristiana, a pesar de que los sitiados de Algeciras iniciaron los contactos con Alfonso XI para rendir la ciudad, y a pesar del bloqueo naval a que ésta era sometida, tres embarcaciones enviadas desde las posiciones musulmanas cerca de Gibraltar lograron entrar en la plaza con provisiones. El Rey, que tantas precauciones había tomado para evitar el abastecimiento de los sitiados, endureció aún más el bloqueo estableciendo un cordón de toneles atados con sogas a modo de perímetro infranqueable.

El día 22 de marzo emisarios de la sitiada plaza y del sultán de Granada solicitaron de Alfonso XI entablar conversaciones. Yusuf I le haría entrega de la ciudad a cambio de que garantizase la salida segura de sus habitantes, además de entregarle parias por valor de doce mil doblas de oro al año. Solicitó también treguas por quince años tanto para sí mismo como para Abu l-Hasan. Don Alfonso optó por la decisión más sensata, y aceptó las condiciones de los musulmanes, aunque rebajó las treguas de quince a diez años, aunque antes murió el rey meriní en 1351.

Enterramiento-del-sultán-Abu-l-Hasan-en-Chella

El día 26 de marzo el Infante Don Juan Manuel, príncipe de Villena tomó posesión de la villa nueva de Algeciras por orden del Rey, y al día siguiente Alfonso XI entró en persona en la villa vieja, culminando por fin la victoria que tanto le había costado lograr.

Retrato que se supone representa a Don Juan Manuel – Retablo Virgen de la leche de la catedral de Murcia.

Bibliografía consultada:

  1. La Marina de Guerra de la Corona de Castilla en la Baja Edad Media, desde sus orígenes hasta el reinado de Enrique IV (Tesis Doctoral). Francisco Javier García de Castro.
  2. Castilla y el dominio del mar en la Edad Media (1248-1476) (Tesis Doctoral). Manuel Flores Díaz.
  3. Historia Marítima Española. Francisco Javier Oubiña Oubiña.
  4. La marina alfonsi al asalto de África. José Manuel Rodriguez Garcia.
  5. Las empresas navales de Castilla. José Cervera Pery.
  6. La Marina de Castilla. José Cervera Pery.
  7. Los Almirantes y la Política naval de los Reyes de Castilla en el siglo XIII. José Manuel Calderón Ortega.
  8. Wikipedia. https://es.wikipedia.org.
  9. http://armada.mde.es/ArmadaPortal/page/Portal/ArmadaEspannola/conocenos_historia.

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