Alfonso XI comprendió que el desastre de la Marina castellana en Algeciras ponía engrave riesgo no sólo sus planes de cruzada sino la misma integridad del Reino, ya quelas costas andaluzas se hallaban indefensas ante un eventual y masivo desembarco del ejército meriní. Se imponían medidas urgentes para tratar de paliar tan difícil situación, pero las atarazanas sevillanas no serían capaces, por sí solas, de asegurarla reconstrucción de la flota, que requeriría, además, demasiado tiempo. Por eso, a la vez que encargaba armar galeras en Sevilla y reunía otras de los puertos del Reino, solicitó a su esposa la reina María que rogara a su padre, Alfonso IV de Portugal, el envío de ayuda.

No tardó mucho en contestar el Rey portugués, y en mayo entraba de nuevo en el puerto sevillano el almirante Pesagno acompañado por su hijo Carlos, pero no atados y humillados como la vez anterior sino como inestimable aliado en la preservación de la seguridad de Castilla. No obstante, traía órdenes de custodiar el posible paso de musulmanes sólo hasta Cádiz, de modo que seguían francas para los benimerines las aguas mediterráneas. Alfonso XI no se encontraba en situación de rechazar estas condiciones, y se vio obligado a aceptarlas.

El Rey castellano no parecía dispuesto a conformarse con esta ayuda, que probablemente sería insuficiente si Abu l-Hasan decidía finalmente invadir de nuevo la Península. Conocedor de la pericia marinera y del carácter solícito de los genoveses, que tan buenos servicios habían prestado anteriormente a Castilla, en junio envió mensajeros a Génova en busca de más ayuda. El Duque accedió a enviarle doce galeras comandadas por su hermano Egidio Bocanegra, a quien Alfonso XI nombraría Almirante, con un precio mensual por cada nave previamente pactado.
Pero consideró que mientras llegaban las naves genovesas las aguas estarían desguarnecidas, y envió mensajeros a Pedro IV de Aragón recordándole el pacto que tenían firmado y solicitando su ayuda. Previendo la probable negativa del rey Pedro, Alfonso XI había provisto al mensajero del suficiente oro para asegurar la paga de las galeras aragonesas durante tres meses, y bajo estas condiciones Pedro IV se comprometió a enviar doce galeras. Completaba así Alfonso XI la reorganización del poder naval castellano, aunque fuera a costa de los reinos aliados, en previsión de una oleada de desembarco benimerín.

La primera medida que adoptó fue reunir los restos de su flota y encomendar sumando al prior de la Orden de San Juan, Alfonso Ortiz Calderón, a quien designó para sustituir al almirante a la espera de que llegara Egidio Bocanegra, logrando armar en julio de 1340 quince galeras y doce naos, que constituían una flota considerable si se tiene en cuenta el desastre ocurrido tan sólo unos meses antes. Con esta escuadra partió Calderón a socorrer con provisiones a los defensores de Tarifa, sitiada por el ejército benimerín, buscando de camino el encuentro con los barcos portugueses de Pesagno. Pero éste, aduciendo que su compromiso no le permitía aventurarse más allá de las aguas de Cádiz, se negó a unirse a la formación castellana, lo que no impidió, sin embargo, que ésta llegara sin contratiempos a Tarifa.
La escuadra del prior de San Juan continuó la vigilancia del Estrecho, dificultando el trasvase de provisiones y refuerzos desde el norte de África al ejército que Abu l-Hasan mantenía sitiando Tarifa, pero en octubre, una noche se desató tal tormenta que cogió desprevenida a la flotilla castellana, perdiéndose nueve de las galeras y otras embarcaciones al destrozarse contra la costa, mientras el prior, con las galeras y naos que no se hundieron, buscó refugio en Cartagena y Valencia. Muchos marineros murieron en el desastre, y los supervivientes fueron capturados al amanecer por los benimerines y conducidos con sogas ante el sultán, renegando algunos de la fe cristiana para salvar la vida y decapitados los demás ante los muros de Tarifa para minar la resistencia de sus defensores.
La noticia del nuevo desastre de la flota castellana llegó hasta Alfonso XI, quien pareció abrumado ante la probable caída de Tarifa, que presumía tan inminente que convocó urgentemente a nobles, prelados y ricos hombres para acudir en su defensa, obteniendo su apoyo. Los dos Alfonsos, el de Castilla y el de Portugal, partieron de Sevilla y establecieron su Real en las cercanías de Guadalete, enviando mensajeros a Abu l-Hasan para anunciarle sus intenciones de presentar batalla y conseguir el levantamiento del sitio de Tarifa. Allí recibieron al almirante Pedro de Moncada, quien llegaba con las galeras aragonesas pagadas por Alfonso XI. Éste le ordenó que se dirigiera a guardar las aguas cercanas a Tarifa, al tiempo que Alfonso IV enviaba decir al almirante Pesagno que se retirara con su flota a Lisboa.
A finales de octubre, pues, todo estaba dispuesto para el enfrentamiento directo entre cuatro reyes: Alfonso XI de Castilla y Alfonso IV de Portugal, por el bando cristiano, y el meriní Abu l-Hasan y Yusuf I de Granada por el musulmán. El plan de ataque ideado por don Juan Manuel aportaba un factor sorpresa que sería muy relevante en el desigual enfrentamiento, ya que el ejército musulmán era muy superior en número a las huestes cristianas, y consistía en reforzar con mil quinientos caballeros Tarifa para, desde allí, atacar la retaguardia enemiga junto con los defensores de la plaza y las naves aragonesas y castellanas que vigilaban sus aguas.
La batalla del Salado concluyó con una aplastante victoria de los ejércitos cristianos, y marcó un hito en el desarrollo de los futuros acontecimientos peninsulares, pues supuso, de hecho, el inicio de la pérdida de influencia y del alejamiento de las dinastías norteafricanas en al-Andalus, consumado pocos años después.
Bibliografía consultada:
- La Marina de Guerra de la Corona de Castilla en la Baja Edad Media, desde sus orígenes hasta el reinado de Enrique IV (Tesis Doctoral). Francisco Javier García de Castro.
- Castilla y el dominio del mar en la Edad Media (1248-1476) (Tesis Doctoral). Manuel Flores Díaz.
- Historia Marítima Española. Francisco Javier Oubiña Oubiña.
- Historia de la Armada del Cantábrico. Delfín Rodriguez Fernandez.
- Las empresas navales de Castilla. José Cervera Pery.
- La Marina de Castilla. José Cervera Pery.
- Wikipedia. https://es.wikipedia.org.