1478-1496 CONQUISTA ISLAS CANARIAS

Durante los dos primeros tercios del siglo XV las islas menores estuvieron sometidas a una dominación exclusivamente señorial durante la cual numerosos grupos de castellanos, sobre todo de Sevilla, Cádiz y Huelva, se asentaron en ellas.

Pero la verdadera conquista de las islas mayores, Tenerife, Gran Canaria y La Palma, deberá esperar hasta 1478, cuando los Reyes Católicos la asumen tanto para garantizar la efectividad de la jurisdicción real sobre todo el archipiélago como para contrarrestar los posibles intentos de Portugal. Para ello fue necesario previamente reclamar el derecho de conquista sobre las Canarias.

No era desdeñable en esto el hecho de que las Islas ahora adquirían un papel estratégico de primer orden, con intereses de potencias foráneas, como podría comprobarse por la presencia francesa pero más claramente por la competición entre castellanos y portugueses por la consecución de la ruta de las especias.

a) La conquista de Gran Canaria

La intervención real dará inicio con la conquista de Gran Canaria, ordenando los Reyes Católicos el envío de una armada. Podemos diferenciar igualmente dos fases dentro de la misma. La primera entre 1.478 y 1.480, caracterizada por una gran rivalidad interna entre las fuerzas. La segunda fase entre 1.480 y 1.483, que se extiende hasta 1.491 para la conquista de las islas restantes y que está marcada por la existencia de una única cabeza política y militar fuerte.

Pese a que aún se mantenía la guerra con Portugal, se enviará una armada en un momento impreciso del mes de mayo de 1.478. Partió con unos 1.300 expedicionarios desde la zona del golfo de Cádiz, no se sabe si concretamente del Puerto de Santa María o de Sanlúcar de Barrameda.

Pedro de Vera zarpó de El Puerto de Santa María con una nueva flota y fuerzas en un momento indeterminado, y llegó a Gran Canaria el día 8 de agosto de 1480. A partir de enero de 1.481 se acentuó el envío de todo lo necesario desde la Península a Gran Canaria, con un primer convoy de suministros que llegó entre enero y marzo de 1.481 y otro entre octubre de 1.481 y marzo de 1.482.

Respecto a la expansión castellana en la isla de Gran Canaria, la intención de Pedro de Vera fue nuevamente abrir un segundo frente, para lo cual, en 1.482 desembarcó en Agaete una expedición procedente de La Gomera bajo el mando de Hernán Peraza. El desembarco fue cerca de Galdar donde se erigió un fuerte, una de las primeras construcciones defensivas propiamente castellanas en las Islas.

Roque Bentayga, refugio de los canarios durante las campañas desarrolladas por Pedro de Vera

Desde las dos posiciones fueron avanzando las tropas castellanas y derrotando a los grancanarios. Finalmente entre 1.483 y 1.484 se produce la conquista definitiva de la isla de Gran Canaria.

b) La conquista de La Palma

A caballo entre 1.491 y 1.492 el ya bien asentado obispado canario y el cabildo catedralicio, planeó y preparó la conquista de las islas de La Palma y Tenerife.

En Sevilla, se reclutó a las tropas que habrían de participar en la campaña. El embarque se realiza en Cádiz y la expedición llega a Gran Canaria, donde se les unen nuevos efectivos. El 29 de septiembre de 1.492, desembarca en La Palma, en la zona de Tazacorte. A finales de 1.493 la conquista está ya asegurada, por lo que vuelve a la Península donde realizará un nuevo contrato de capitulación para la de Tenerife.

La ausencia de noticias sobre la participación de embarcaciones (salvo el desembarco inicial) en las Memorias de Reinado de los Reyes Católicos, indica que el poder naval no desempeñó una gran función en esta campaña concreta.

c) La conquista de Tenerife

En un primer momento, para esta nueva acción se pretendió la participación de embarcaciones y hombres procedentes de Vizcaya, pero fueron finalmente barcos y hombres andaluces los que tomaron parte en la acción.

Los lugares de concentración de la flota fueron Sevilla y El Puerto de Santa María. Con los refuerzos obtenidos en Gran Canaria, la expedición estaba compuesta por una treintena de embarcaciones que trasportaba una fuerza de ciento cincuenta jinetes y mil quinientos infantes.

En esta ocasión, la fuerza naval solo pudo actuar como retaguardia de la fuerza expedicionaria en desbandada tras la derrota sufrida en tierra, recuperándose a quienes se pudo de entre los combatientes y retornando al punto de partida.

Tras el desastre se realiza una nueva campaña, que culmina con la victoria castellana el 25 de diciembre de 1.495.

Aspectos navales de la conquista

Varios son los aspectos navales que nos interesan en el proceso de conquista y colonización castellana de las islas Canarias:

  • Poder naval

Es obvio que sin empleo del poder naval dicho proceso jamás se podría haber efectuado. No sólo para poder realizarse el envío de hombres y pertrechos desde la Península, sino también para poder combatir contra aquellos poderes foráneos que discutían o directamente trataban de impedir la presencia castellana en aquellas islas.

Se trata de un proceso en el que el dominio del mar por parte de los castellanos nunca fue discutido por los isleños, que carecían de capacidad naval alguna. De hecho, el único peligro desde el mar, dejando a un lado las inclemencias meteorológicas venía dado por la inicial presencia naval lusitana, que fue pronto rechazada.

Así, el poder naval se concretó básicamente en la proyección del mismo sobre tierra. Una proyección, primero estratégica pero también táctica y operacional con el apoyo directo a las operaciones de conquista.

  • Estratégicamente

Por cuanto, no podía ser de otra manera, el grueso de los pertrechos necesarios para todas y cada una de las campañas, tanto de hombres como de enseres, procedía directamente de la Península. Es más, en algún caso, como hemos visto en las campañas de Pedro de Vera en Gran Canaria y la segunda campaña para la conquista de Tenerife, el asalto definitivo vino precedido por un significativo aporte logístico de suministros llegados por vía naval.

  • Táctica y operacionalmente

Por el apoyo del poder naval a las campañas en tierra por cuanto participó en algunas operaciones concretas que llevaron a la culminación exitosa de las campañas. Quizás el caso más emblemático de este apoyo a las operaciones fuese la apertura de un segundo frente en la conquista de Gran Canaria. Dicho segundo frente se estableció con el desembarco de tropas y pertrechos en Agaete. También fue fundamental la participación del apoyo naval en la primera fase de la conquista de Tenerife. Igualmente sirvió de retaguardia segura a las escasas tropas castellanas que sobrevivieron a la derrota en manos guanches, permitiendo la recogida y retirada de las mismas hacia puntos más seguros sin riesgo de ser hostilizados por mar.

Por otro lado aparece clara la idea de que en todo el proceso de conquista, y posterior colonización, de las islas Canarias se necesitó de un fuerte apoyo logístico externo. Este solo se logró mediante el aporte de efectivos humanos y materiales traídos por mar desde los puertos peninsulares suratlánticos.

Bibliografía consultada:

  1. La Marina de Guerra de la Corona de Castilla en la Baja Edad Media, desde sus orígenes hasta el reinado de Enrique IV (Tesis Doctoral). Francisco Javier García de Castro.
  2. Castilla y el dominio del mar en la Edad Media (1248-1476) (Tesis Doctoral). Manuel Flores Díaz.
  3. Historia Marítima Española. Francisco Javier Oubiña Oubiña.
  4. Las empresas navales de Castilla. José Cervera Pery.
  5. La Marina de Castilla. José Cervera Pery.
  6. Wikipedia. https://es.wikipedia.org.
  7. http://armada.mde.es/ArmadaPortal/page/Portal/ArmadaEspannola/conocenos_historia.

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