El objetivo fundamental de la Armada Invencible inglesa, era destruir el grueso de los restos de la Grande y Felicísima Armada, que se encontraban en reparación en los puertos de la costa cantábrica, principalmente en Santander, asestando un golpe definitivo a Felipe II, obligándole a aceptar los términos de paz que Inglaterra impusiese. Desde el primer momento, la indisciplina de las tripulaciones inglesas se hizo notar. Antes incluso de llegar a divisar la costa española, ya habían desertado una veintena de pequeñas embarcaciones, con un total de unos 2.000 hombres a bordo.

A ello se sumó la desobediencia del propio Drake, quien se negó a atacar Santander como se le había ordenado, alegando vientos desfavorables y el temor a verse cercado por la flota española en el Golfo de Vizcaya o a embarrancar en el Cantábrico. En su lugar, Drake decidió poner rumbo a la ciudad gallega de La Coruña.

Las defensas de La Coruña eran bastante deficientes. El primer avistamiento de las velas inglesas se produjo en Estaca de Bares, en la zona del Ortegal, de donde salieron avisos hacia la ciudad. Allí, tras conocer el peligro, se ordenó encender fuego en la torre de Hércules para avisar del riesgo a toda la comarca. El gobernador de la ciudad, Juan Pacheco de Toledo, II marqués de Cerralbo, reuniendo a los pocos soldados de los que disponía, además de las milicias locales y los hidalgos tan solo podía contar con unos 1.500 hombres. A pesar de todo, la población civil de la ciudad se dispuso a ayudar a la defensa en todo lo que fuese necesario, lo cual resultaría decisivo. En cuanto a la flota disponible, tan solo se contaba con el galeón San Juan, la nao San Bartolomé, la urca Sansón y el galeoncete San Bernardo, así como con dos galeras, la Princesa, mandada por el capitán Pantoja, y la Diana bajo mando del capitán Palomino.

El 4 de mayo, la flota inglesa se asomaba al puerto de la ciudad gallega. El San Juan, la Princesa y la Diana se apostaron junto al fuerte de San Antón y cañonearon, apoyadas por las baterías del fuerte, a la flota inglesa a medida que esta se iba introduciendo en la bahía, forzando así a los atacantes a mantenerse alejados.

Unos 8.000 ingleses desembarcaron al día siguiente en la playa de Santa María de Oza, en la orilla opuesta al fuerte, llevando a tierra varias piezas de artillería y batiendo desde allí a los barcos españoles que no podían cubrirse ni responder al fuego enemigo. Finalmente, los marinos españoles tomaron la decisión de incendiar el galeón San Juan y resguardar las galeras en el puerto de Betanzos, dejando a la mayor parte de las tripulaciones en la ciudad para unirse a la defensa.

Durante los siguientes días, las tropas inglesas al mando de John Norreys atacaron la ciudad, tomando sin demasiada dificultad la parte baja de La Coruña, saqueando el barrio de La Pescadería y matando a unos 500 españoles, entre los cuales se contaban numerosos civiles.

Tras esto, los hombres de Norreys se lanzaron a por la parte alta de la ciudad, pero esta vez se estrellaron contra las murallas coruñesas. Apostados tras ellas, la guarnición y la población de la villa, incluyendo a mujeres y niños, se defendió con total determinación del ataque inglés, matando a cerca de 1.000 asaltantes. Fue durante esta acción donde se distinguió la que hoy en día sigue siendo considerada heroína popular en la ciudad de La Coruña: María Mayor Fernández de la Cámara y Pita, más conocida como María Pita. La leyenda cuenta que muerto su marido en los combates, cuando un alférez inglés arengaba a sus tropas al pie de las murallas, doña María se fue sobre él con una pica y lo atravesó, arrebatándole además el estandarte, lo que provocó el derrumbe definitivo de la moral de los atacantes. Otra mujer que aparece en las crónicas de la época por su distinción en los combates fue Inés de Ben. María Pita fue nombrada por Felipe II Alférez Perpetuo, y el capitán Juan Varela fue premiado por su actuación al mando de las tropas y milicias coruñesas.

Finalmente, y ante la noticia de la llegada de refuerzos terrestres, las tropas inglesas abandonaron la pretensión de tomar la ciudad y se retiraron para reembarcar el 18 de mayo, habiendo dejado tras de sí unos 1.000 muertos españoles, y habiendo perdido por su parte unos 1.300 hombres, además de entre dos y tres buques y cuatro barcazas de desembarco, todos ellos hundidos por los cañones del fuerte de San Antón y los barcos españoles. Además, en aquel momento las epidemias empezaron a hacer mella entre las tropas inglesas, lo cual unido al duro e inesperado rechazo en La Coruña contribuyó al decaimiento de la moral y al aumento de la indisciplina entre los ingleses. Tras hacerse a la mar, otros diez buques de pequeño tamaño con unos 1.000 hombres a bordo decidieron desertar y tomaron rumbo a Inglaterra. El resto de la flota, a pesar de no haber conseguido aprovisionarse en La Coruña, prosiguió con el plan establecido y puso rumbo a Lisboa.
Bibliografía consultada:
- Historia Marítima Española. Francisco Javier Oubiña Oubiña.
- Revista General de la Marina
- Enciclopedia General del Mar.
- https://es.wikipedia.org.
- http://armada.mde.es/ArmadaPortal/page/Portal/ArmadaEspannola/conocenos_historia.
- todoavante.es
- todoababor.es
- https://foronaval.com
- http://www.vecinosdeoleiros.es/blog
- https://www.armas.es/foros/historia-militar
- http://www.histarmar.com.ar/InfGral/AASidoli/CarreraIndias-10.htm
- http://www.playclicks.com
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