En el año de 1632 no hubo Flota de Indias, para el siguiente se decidió que la armada de galeones no se limitara a escoltar a los mercantes, sino que, aprovechando el viaje, deshiciera alguna de las guaridas de corsarios. Principalmente se referían a la isla de San Martín, que estaba situada al este de la de San Cristóbal y, por tanto, en el camino de las flotas que venían de España. De hecho, los franceses que ocupaban San Martín provenían de San Cristóbal de la que llegaron a partir de 1624, aprovechando que los españoles no mostraron demasiado interés por ocupar aquella plétora de islas.

En Cádiz se aprestaron y juntaron entonces las escuadras de Lope de Hoces y Nicolás de Masibradi con la de Lope Díaz de Armendáriz, marqués de Cadereyta, general en jefe de la expedición. Fueron reforzados con cuatro urcas suecas que se embargaron en Sanlúcar y otra más en Sevilla.
Se pusieron a la vela el 12 de mayo de 1633. La escuadra la componían 55 buques, de los cuales 24 eran de guerra. Como novedad llevaban también cinco barcos luengos falcados, de reciente invención y que se gobernaban a remo y vela.
El 22 de junio recalaron sin novedades en la isla de San Bartolomé, a poca distancia al sudeste de la isla San Martín. Hallaron seis buques desaparejados, que al ver a la flota española echaron arriba los masteleros, envergaron y se marcharon, pero apresaron una urca que habían dejado abandonada aquellos corsarios. Pero los buques que escaparon debieron llevar la noticia a San Martín de la llegada de los españoles, porque cuando estos recalaron en aquel lugar el día 24 de junio ya los estaban esperando.
Los españoles reconocieron el lugar y encontraron una buena fortaleza con 22 cañones que dominaba el fondeadero y en disposición de difícil ataque. Los generales acordaron empezar con el ataque cuanto antes, aunque ofreciendo la rendición en primer lugar.

Al mando de la fortaleza holandesa se encontraba Jan Claeszoon van Campen, a quien hicieron entrega de la carta del jefe de la expedición española. Comunicado al general que no tocaba otra que combatir, este ordenó que las naos se desviaran fuera del tiro de cañón de la fortaleza y que los galeones, con él a bordo, fueran derechos a atacar. Se rompió así el fuego por ambas partes, causando los tiros del castillo siete bajas a los españoles.

Mientras eso ocurría, algunas lanchas iban reconociendo el lugar para hacer un desembarco, lo cual se efectuó con 1.300 hombres y dos cañones de campaña. Al mando de todos iba Lope de Hoces, hombre experimentado con cargo de general desde 1619; como maese de campo llevaba a Luis de Rojas.

La tropa desembarcada fue a atacar por la parte trasera de la fortaleza, pero esta zona era una selva impenetrable. Debido al trabajo de avanzar, el calor y la sed murieron 16 soldados. Tras eso, sufrieron el fuego de la artillería y los mosquetes. Lope de Hoces resultó herido en un brazo, que le dejó manco. Pero los españoles siguieron con el ataque y emplazaron los dos cañones de campaña desde donde empezaron a hacer fuego.
Durante una noche los buques de reconocimiento apresaron una embarcación con diez holandeses que intentaban entrar en el fuerte, viniendo de otra isla próxima a estimular la defensa. A los prisioneros les sacaron información valiosa. Se supo que en la isla de San Cristóbal había unos cuatrocientos ingleses y franceses en tres fuertes, con seis buques cargados de sal y tabaco dispuestos a dar vela.
A los ocho días de aquel breve asedio, el 1 de julio, cuando estaba todo preparado para el asalto final, los del fuerte pusieron bandera blanca con intención de parlamentar. Enviaron a un tambor con la proposición de rendirse bajo unas condiciones muy ventajosas. Sin embargo, el general en jefe Lope Díaz de Armendáriz, marqués de Cadereyta, no acordó más que salieran libres con lo que llevaran encima, salvo el gobernador, al que se le permitiría llevar su espada.

Mientras eso ocurría, algunas lanchas iban reconociendo el lugar para hacer un desembarco, lo cual se efectuó con 1.300 hombres y dos cañones de campaña. Al mando de todos iba Lope de Hoces, hombre experimentado con cargo de general desde 1619; como maese de campo llevaba a Luis de Rojas.
Tras la conquista era hora de tomar decisiones. Si hacían como en San Cristóbal, esto es irse sin poner guarnición, no pasaría mucho tiempo hasta que los holandeses regresaran y fortificaran de nuevo lo que los españoles destruyeran. Por lo que se determinó abrir un canal de comunicación entre los dos puertos de la isla, mejorar la defensa de la misma y artillarla con cuatro cañones de 24 libras, cuatro medias culebrinas de 18 y cinco cañones de 12 y 10 libras además de los que tenían los vencidos. Se dejaron 250 soldados a las órdenes del capitán Cebrián de Lizarazu, caballero de Santiago, mientras que la armada y su flota de mercantes continuarían su viaje a Nueva España.
Bibliografía consultada:
- Historia Marítima Española. Francisco Javier Oubiña Oubiña.
- Revista General de la Marina
- Enciclopedia General del Mar.
- Wikipedia. https://es.wikipedia.org.
- http://armada.mde.es/ArmadaPortal/page/Portal/ArmadaEspannola/conocenos_historia.
- Diversos foros como:
- foro.todoavante.es
- foro.latabernadelpuerto.es
- http://www.todoababor.es
- https://foronaval.com
- https://www.armas.es/foros/historia-militar
- http://www.histarmar.com.ar/InfGral/AASidoli/CarreraIndias-10.htm
- http://www.playclicks.com