Desde finales del siglo XIII, concretamente desde el inicio de la presencia aragonesa en Sicilia, las relaciones de aragoneses y genoveses, que por lo general habían sido cordiales, empezaron a deteriorarse. La República de Génova aspiraba a un control total del comercio en el Mediterráneo, en constante competencia con su antagonista italiano, que no era otro que la República de Venecia. En el siglo XIV, cuando los aragoneses iniciaron la conquista de Cerdeña durante el reinado de Jaime II, la enemistad entre las dos potencias marítimas se hizo abiertamente visible.
Por otro lado, Venecia, localizada en la parte más septentrional del Adriático, por su propia localización geográfica, pretendía controlar la parte oriental del Mediterráneo. Sin embargo, su influencia en oriente estaba siendo seriamente amenazada por Génova, la cual controlaba de facto el comercio con Bizancio, como muestra la inmensa colonia, Pera (también llamada Gálata), construida junto a Constantinopla, al otro lado del Cuerno de Oro.

Pera era posiblemente el enclave estratégico más importante para Génova, pues era su base de acceso al rico comercio que mantenían los genoveses con los mongoles de la Horda de Oro en el Mar Negro. Ante los numerosos ataques que estaba sufriendo la marina mercante veneciana por parte de los genoveses en el Egeo, Venecia optó por buscar a un aliado al que pudiera interesar la destrucción del poder naval genovés. Ese aliado no era otro que la Corona de Aragón y su monarca, Pedro IV el Ceremonioso.

Se concertó que la armada aliada dirigiría sus acciones contra la escuadra genovesa destinada en el estrecho del Bósforo, para cortar la ruta de suministros de Génova con su colonia de Caffa, en Crimea. El lugar de encuentro para la armada sería la costa oriental de Sicilia, siendo la fecha prevista julio de 1351. A la alianza vénetoaragonesa le surgió otro importante aliado, el cual no era otro que el mismísimo emperador bizantino Juan VI Cantacuceno (1347-1354).

La armada aragonesa, sin embargo, no pudo estar en condiciones de iniciar el traslado a Sicilia hasta finales de septiembre de 1351. Para la conducción y mando de las naves aragonesas, el rey Pedro IV había optado por un experimentado navegante, el almirante Ponç de Santa Pau. Sin embargo, Ponç informó al monarca desde Valencia que las naves valencianas no podían partir hacia Menorca (donde debían juntarse con las naves de Barcelona y Tarragona), dado que aún quedaban barcos en reparación en las atarazanas. Pese a todo, Pedro IV mandó una carta a Santa Pau ordenándole que se dirigiese él a Menorca, que ya se reunirían más tarde con el grueso de la armada las naves valencianas en reparación.
Las dos armadas aliadas se reunieron finalmente a fines de enero de 1352 y de inmediato pusieron rumbo a Constantinopla. Una vez hubieron cruzado el Helesponto, se detuvieron en una pequeña isla del mar de Mármara, en donde esperaron la llegada de nueve galeras bizantinas enviadas por el emperador Juan. Una vez reunidas estas con la escuadra vénetoaragonesa, sumando la flota aliada un total de sesenta y ocho buques, se dirigieron a Constantinopla con la intención de tomar por sorpresa a los barcos genoveses. Ambas marinas estaban casi equiparadas en número, por lo que el combate se presentaba muy cruento.

Sin embargo, Paganino Doria, almirante de la flota genovesa, estaba enterado de la llegada de la escuadra aliada.

Los genoveses tenían ventaja inicial, pues su posición era firme. En la noche del 13 de febrero, las naves aragonesas, en un acto tildado de temeridad por los venecianos, se lanzaron directamente contra la flota genovesa, la cual pudo rechazar este primer ataque frontal. Ante esto, los venecianos se vieron obligados a atacar también a la escuadra genovesa. El combate entre las dos flotas fue terrible, causando gran mortandad entre ambas tripulaciones. Dado el fuerte viento que corría esa noche, un incendio se propagó entre las dos escuadras.
Ante esto, al despuntar el alba, la flota aliada se retiró del combate, poniéndose a refugio en los puertos al sur de Constantinopla, para posteriormente dirigirse hacia el Helesponto. Paganino Doria, quien en un principio pensaba haber obtenido una aplastante victoria, una vez amaneció vio que sus pérdidas habían sido terribles, prácticamente idénticas a las sufridas por los aliados, por lo que, ante el temor de un posible contraataque, corrió a proteger sus barcos en el puerto de Pera.
El número total de barcos perdidos fue de 23 en la escuadra genovesa, 12 en la aragonesa y 14 en la veneciana. Para los aragoneses, junto a las numerosas naves perdidas, había que sumar la muerte del almirante Santa Pau, el cual había fallecido a consecuencia de sus heridas. , siendo sustituido provisionalmente por Bonanat Descoll hasta el nombramiento de Mateu Mercer , y sólo sobrevivieron diez de las galeras catalanas, que volvieron a Cataluña. Las consecuencias de la batalla fueron una victoria pírrica para Génova, que si bien consiguió mantener el control del Bósforo, las pérdidas sufridas le pasarían factura a la república Ligur en futuras campañas navales. La guerra entre la liga vénetoaragonesa y los genoveses duraría hasta 1355, apenas habiendo cambiado el panorama previo a la contienda
Bibliografía consultada:
- Historia Marítima Española. Francisco Javier Oubiña Oubiña.
- Revista General de la Marina
- Enciclopedia General del Mar.
- Wikipedia. https://es.wikipedia.org.
- http://armada.mde.es/ArmadaPortal/page/Portal/ArmadaEspannola/conocenos_historia.
- Diversos foros como:
- foro.todoavante.es
- http://www.todoababor.es
- https://foronaval.com
- https://www.armas.es/foros/historia-militar