Al producirse en Madrid el alzamiento del dos de mayo de 1808 contra el invasor napoleónico, pronto se hizo notar con preocupación por ambos bandos que la escuadra francesa sobreviviente del combate de Trafalgar, ahora al mando del almirante Rosily-Mesros, seguía fondeada en Cádiz desde la batalla de Trafalgar de 1.805.

De hecho ya con fecha del día veintiuno de febrero del año de 1.808, el Emperador, que no olvidaba a su escuadra, ordenó se avisará al almirante de lo que se encargó su ministro de la guerra.
Ante el peligro de que la aislada escuadra sucumbiera, Napoleón personalmente envió a Andalucía al general Dupont al mando de un cuerpo de ejército compuesto por unos veinte mil hombres, con la concreta misión de romper toda resistencia y alcanzar el objetivo, que no era otro que recuperar la escuadra, para junto a ella y el ejército dominar la vasta región de Andalucía.
Cuando Rosily recibió la noticia del levantamiento y el comienzo de la guerra, ordenó mover sus buques para ponerlos fuera del alcance de la artillería de las fortalezas, así como alejarlos lo suficiente de tierra, para evitar el fuego que desde ella se le podría hacer si se alistaban cañones en su contra.
Viendo que no podía hacer más de lo ya realizado el almirante francés, ya que en la mar estaba la escuadra británica por si intentaba salir. John C. Purvis, el almirante británico encargado del bloqueo y que estaba bajo el mando de Cuthbert Collingwood, se ofreció a entrar con sus buques en la bahía de Cádiz para ayudar a los españoles a capturar los buques franceses, a lo que se negó en rotundo Tomás de Morla y Pacheco, quien no le hacía gracia que los tradicionales enemigos de siempre se metieran en las entrañas de la bahía gaditana, con el riesgo de que quedara otro Gibraltar, así que de manera educada le contestó que: “esto era algo que debían hacer los españoles”. J. C. Purvis debió comprender que los españoles, tras la traición de sus antiguos aliados, tenían una cuenta pendiente. Aunque los británicos nos dejaron en concepto de préstamo una cantidad importante de pólvora y munición.

El almirante francés procuró con mucho tacto ir alargando el inevitable combate, con la esperanza de recibir pronto la ayuda de su ejército, pero éste se fue retrasando y ya agotadas todas las vías posibles el Almirante de la escuadra del océano don Juan Ruiz de Apodaca, no quiso esperar más y el día nueve de junio por la mañana se rompió el fuego contra los buques franceses.

Las unidades francesas eran los navíos: insignia Herós, de 74 cañones, Neptune, de 80; Algeciras, de 86; Plutón y Argonaute, de 74 y la fragata Cornelia, de 42. Todos los buques en perfecto estado de mantenimiento y abastecidos para una campaña de cinco meses.
A parte de las baterías instaladas en tierra, que también contribuyeron a la victoria final, se contaba con los navío Príncipe de Asturias, del porte de 118 cañones; Montañés, de 80; Terrible, de 76; San Leandro, de 74; San Fulgencio, de 68 y la fragata Flora, de 40, y las fuerzas sutiles, que eran un conjunto de lanchas y faluchos artillados y con tropas de infantería de marina que daban apoyo de fusilería.

Dado los escasos medios del Arsenal, se hizo todo lo posible por organizar las fuerzas atacantes. Se instalaron nuevas baterías y reforzaron otras en Punta Cantera, Trocadero y Puntales. Todo esto no pasó desapercibido a Rosily, quien sólo confiaba en la llegada por tierra de refuerzos por parte de los imperiales. Es por ello que desde ese momento intentó por medio de la correspondencia con las Autoridades españolas ir retrasando el inevitable enfrentamiento.
El plan de Moreno era que las cañoneras fueran en primera línea; detrás las bombarderas, fuera del alcance de los franceses, y más atrás los botes auxiliares con tropas y pertrechos listos para abordar o sacar a remolque cualquier buque de la zona que se pudiera. El Príncipe de Asturias de 112 cañones y el Terrible de 74 darían apoyo al conjunto. También se organizó una serie de banderas de señales para estar coordinados con los navíos, baterías y fuerzas sutiles (embarcaciones cañoneras).
Las embarcaciones cañoneras o fuerzas sutiles eran lanchas y botes de los navíos,

aunque podía ser cualquier artefacto flotante como un candray o un falucho, arboladas o no con uno o dos mástiles, y que se servían de los remos y pértigas para avanzar con viento en contra y/o situarse en inmejorables posiciones para atacar. Iban armadas con un solo cañón de 24 libras. También solían llevar un obús o pedrero para su defensa en caso de ser abordadas, así como infantes de marina que daban apoyo con sus fusiles. La agilidad de tales embarcaciones les hacía ser un blanco poco preciso para dispararlas desde un buque. Maniobraban con los remos para situarse en las aletas o amuras de su objetivo, mientras este no podía evitarlo.

Las embarcaciones cañoneras proporcionaron un gran apoyo logístico y estratégico ya que no solo servían en escaramuzas, si no que permitía transportar material y personas por los caños. Desempeño un papel fundamental en esta batalla y durante el asedio a Cádiz (1.810-1.812).

El 6 de junio, el Presidente Saavedra, a través de la Junta de Sevilla y en nombre de la nación declara la guerra a Napoleón y se inician hostilidades, en Cádiz se siguen los preparativos para el ataque, el general Tomás de Morla y Pacheco envió una advertencia el 9 de junio a Rosily, instándole a una rendición incondicional en el plazo de dos horas o de lo contrario: «…soltaré mis fuegos de bombas y balas rasas (que serán rojas si V.E. se obstina)«. Rosily se negó a rendirse. Así pues, se inició el ataque desde las baterías y por las fuerzas sutiles (embarcaciones cañoneras). Los franceses estaban bien situados y lograron rechazar el ataque, que durante cinco horas intentaron infructuosamente rendirlos. Dejando un balance de 5 muertos y 50 heridos en el bando Español y 12 muertos y 51 heridos en el bando francés.

Rosily intentó ganar tiempo y alargar la tregua, a la espera de refuerzos, escribiendo varias cartas al general Morla, en las que pedía que dejasen salir a su escuadra bajo promesa de no ser atacados ni por los españoles ni los británicos. Tomás de Morla se negó. Rosily al día siguiente propuso desembarcar el armamento y arriar sus banderas, pero permitiendo permanecer a bordo. Morla volvió a rechazarlo, indicándole que sólo aceptaría la rendición sin condiciones. Entre tanto las condiciones de las fuerzas españolas no eran buenas, ya que faltaba pólvora por lo que no era posible otro ataque como el del día 9. Así que se optó por instalar nuevas baterías simuladas. Y se sumó al combate el navío Argonauta en La Carraca. Todo una “fachada” por no tener poder de ataque, debido a la falta de pólvora. Para evitar que los franceses intentasen entrar en el arsenal se bloqueó este con el hundimiento del navío Miño.
El día 14 de junio se volvió a intimar a la rendición de la escuadra francesa sin condiciones. Rosily era sabedor de que no podría resistir mucho tiempo, de modo que durante el trascurso de la mañana los pabellones franceses fueron sustituidos por los españoles. En total se entregaron 3.676 prisioneros y un botín de 5 navíos de línea y una fragata, armados con no menos que 456 cañones, numerosas armas individuales, gran cantidad de pólvora, municiones y cinco meses de provisiones.

FUERZAS SUTILES:

NAVÍOS ESPAÑOLES:
Príncipe de Asturias (1794)
Buque insignia del Almirante Juan Ruiz de Apodaca

Este navío tenía tres puentes y 112 cañones, fue construido en los astilleros de La Habana en 1.794.
Pertenecía a la clase Santa Ana con 56 metros de eslora, 15 y medio de manga y 7.37 de calado.
Terrible (1794)
Este navío tenía tres puentes y 80 cañones, fue construido en los astilleros de Cartagena, con el sistema de Jorge Juan. 642 tripulantes.
Con 46,75 metros de eslora, 13,43 de manga y 6,54 de puntal. Desplazamiento 3.057 T.
- 28 cañones de a 24 libras
- 30 cañones de a 18 libras
- 8 cañones de a 8 libras
- 10 obuses de a 30 libras
- 4 obuses de a 4 libras
Montañés (1794)
Este navío tenía dos puentes y 76 cañones, fue construido en los astilleros de Ferrol, con el sistema de Romero Landa. 607 tripulantes.

Pertenecía a la clase San Ildefonso con 52,88 metros de eslora, 14,44 y medio de manga y 7,37 de puntal. Desplazamiento 2.525 T.
- 28 cañones de a 36 libras
- 30 cañones de a 18 libras
- 8 cañones de a 8 libras
- 10 obuses de a 30 libras
San Fulgencio (1787)
Este navío tenía dos puentes y 74 cañones, fue construido en los astilleros de Cartagena, con el sistema de Romero Landa.

Pertenecía a la clase reducida de San Ildefonso con 50,37 metros de eslora, 13,80 y medio de manga y 6,43 de puntal. Desplazamiento 2.427 T.
- 26 cañones de a 24 libras
- 28 cañones de a 18 libras
- 6 cañones de a 8 libras
- 4 obuses de a 30 libras
San Justo (1779)
Navío de dos puentes y, en este caso, 74 cañones, construido en Cartagena. 1.672 Toneladas de arqueo.

No pertenecía a ninguna clase, tenía 53 metros de eslora, 15 de manga y 7 de puntal.
- 28 cañones de a 24 libras
- 30 cañones de a 18 libras
- 16 cañones de a 8 libras
San Leandro (1787)
El navío español más pequeño que participó en Trafalgar, tenía dos puentes y equipaba 64 cañones originalmente, aunque diez más en Trafalgar.

Era una variación de la clase San Ildefonso pero con 48 metros de eslora, 13 de manga y 6 de calado.
Flora (1795)

Fragata de 40 cañones. Proyecto de Martín de Retamosa. Construida en Ferrol.
NAVÍOS FRANCESES:
Neptune (1803)
Navío de dos puentes y 80 cañones, construido en Tolon. Desplazaba 1.800 T.

Pertenecía a la clase Bucentaure, con una eslora 59,49 m, manga de 15,66 m y calado de 7,06 m. Con 888 hombres.
Héros (1801)
Era el buque almirante en este combate.
Navío de dos puentes y 74 cañones, construido en Rochefort. Desplazaba 2.966 T.
Pertenecía a la clase Temeraire, con una eslora 55,87 m, manga de 14,90 m y calado de 7,26 m. 755 marineros.

Argonaute (1798)
Pertenecía a la clase Temeraire.

Pluton (1805)
Pertenecía a la clase Temeraire.
Algesiras (1804)
Pertenecía a la clase Temeraire.
Cornélie (1797)
Fragata clase Virginie, de 40 cañones, construida en Brest.


Bibliografía consultada:
- Historia de la Infantería de Marina.
- Revista General de Marina
- Historia Marítima Española. Francisco Javier Oubiña Oubiña.
- Enciclopedia General del Mar.
- Wikipedia. https://es.wikipedia.org.
- Colección de fotos: José Lledó Calabuig
- Colección de fotos. Alfredo Aguilera
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